La investigación muestra que el acaparamiento apremiante no es una preocupación inusual. Puede haber un par de millones de personas en los E.U. que luchan contra este hábito por el resto de sus vidas. Se clasifica bajo un género de TOC, o bien consternación obsesivo-apremiante. Hay un conjunto de alto peligro que tiene más probabilidades de cultivar comportamientos de acaparamiento. Aquellos que se encargan de enfermedades como la demencia, el Alzheimer, el retraso mental y la esquizofrenia entran en esta clase.
Si nos fijamos en la definición clínica de «acaparamiento apremiante», en general hablamos de personas que tienen la necesidad de retener cosas que pueden parecer poco esenciales para el resto. En otras palabras, artículos que pueden tener poco o bien ningún valor. Los diarios, el correo no deseado, las bolsas de plástico y las gacetas obsoletas son ciertos ejemplos. El monopolista tiene un deseo incontrolable de adquirir,
El patrón de adquirir y ahorrar, cuando va alén de lo que se considera «normal», se llama «recolección patológica».
La mayor parte de las veces, el monopolista generará una compilación que abrume los espacios habitables en su casa; en ocasiones hasta determinado punto en el que se obstruye la entrada a toda la habitación.
Hay 2 categorías en las que generalmente se puede clasificar el acaparamiento apremiante.
«Ahorro instrumental», donde el monopolista puede indicar la base por la que tiene el objeto señalando que satisface una determinada necesidad y tiene un objetivo particular, y «ahorrativo sentimental», donde el monopolista piensa que sus posesiones reflejan quiénes son como persona. . El ahorro instrumental tiene sentido para ellos por el hecho de que cada elemento tiene valor con independencia de lo que puedan meditar el resto. Acá, la racionalización es financiera. En la psique del paciente, las posesiones se pueden vender en múltiples puntos y administrar ingresos suplementarios para la familia.
El Individuo prácticamente jamás se percata de que esto jamás va a suceder. Al estudiar estos 2 géneros de comportamientos extremos de acaparamiento, es esencial tener en consideración que se están satisfaciendo una serie de necesidades. Que en algún instante del futuro se precisarán estos elementos; por tanto, no se pueden descartar.
El comportamiento de acumulación apremiante acostumbra a estar relacionado directamente con la incapacidad de la persona para decidir qué hacer con sus cosas. Una batalla de tira y afloja empieza en su psique y es complicado para ellos decidir qué elementos deben preservar y qué elementos deben tirar. Para hacer en frente de este enfrentamiento, el monopolista sencillamente escoge no hacer nada y el inconveniente se deja de lado.
Si hay un aspecto del acaparamiento apremiante que se eleva sobre el resto, es persuadir al monopolista de que hay un inconveniente y de que lo que hacen ha llegado al punto en que ya no es manejable. Del mismo modo esencial es persuadir a la persona de que las condiciones de vida que ha creado son peligrosas; no solo como un riesgo de incendio, sino más bien en el caso de una persona mayor, la imposibilidad de que los paramédicos lleguen a esa persona se cerraría en el caso de que hubiese una situación de urgencia.
¿Quién es el primero en asistir?
En general, se comienza con un miembro de la familia o bien un compañero próximo. No obstante, el arrendador o bien un agente de la Junta de Salud puede hacer el enfoque original. En dependencia de quién sea el primero en transgredir el tema del monopolista que busca ayuda profesional, el nivel de sensibilidad a la bastante difícil situación de la persona cambiará.
Al estimar las curas para el síndrome de Diógenes apremiante, los métodos más frecuentes y eficientes implican el empleo de la terapia con fármacos así como la orientación cognitiva conductual. Cuando se aproxima al monopolista sobre las opciones de tratamiento, el paciente en general va a caer en un estado de depresión y preocupación mientras que aumenta su nivel de aislamiento.
Cuando hay una relación cariñosa entre un miembro de la familia y un monopolista apremiante, el tema de su comportamiento puede ocasionar tensión y agobio cuando se mienta. Cuando llegue el instante de asistir, la mejor recomendación que puedo dar es ser comprensivo y tener una psique abierta.
Si el monopolista tiene un conjunto de valores y objetivos por norma general admitidos fuera de su consternación, el paso inicial ha de ser un intento de hacerles percatarse de que lo que hacen contraría estos principios. Hay ciertas preguntas que se pueden hacer a fin de que se den cuenta de esto.
Un caso sería consultar «¿Puedes indicar qué es verdaderamente esencial en tu vida?», O bien tal vez, «¿Dónde te ves en 5 años? ¿Y estás feliz con lo que ves?»
Debe tener mucho cuidado al adoptar este enfoque. Entrar en discusiones, conminar a la persona o bien inculpar a alguien puede desviar de forma rápida sus sacrificios. El propósito acá es producir confianza con el monopolista a lo largo del tiempo. Va a tomar tiempo. ¿Cuánto tiempo? Eso depende de de qué forma la persona responda a las preguntas. Puede verlos empezar a percatarse de que hay un inconveniente por la alteración en sus contestaciones a lo largo del tiempo. Cuando veas que se están emocionando con la idea, has traspasado una barrera notable y estás en camino de persuadir al monopolista de que busque asesoramiento profesional y cambie este molesto hábito de acaparamiento apremiante.